
La dádiva estatal es un agravio para la dignidad humana y un candado para la libertad y el progreso individual.
Los subsidios a servicios públicos son regresivos, benefician a un conjunto de la sociedad con perjuicio de las clases más bajas que no gozan de esos servicios.
Tener una línea aérea de bandera estatal a un costo diario de 2 millones de dólares, implica que toda la sociedad asume su costo mientras el 5% de la misma utiliza ese servicio, o sea el 95% de la sociedad que nunca subirá a un avión “colabora” con lo que se cree un símbolo de soberanía.
La libertad e expresión es símbolo de democracia, el coartarla es el camino al autoritarismo. El silencio de la prensa en todas sus expresiones es el ámbito ideal de aquellos gobiernos que se creen fuertes, demostrando con este actuar su debilidad.
El disentir es propio de la libertad, la obsecuencia y el temor son necesarios en el autoritarismo.
Sin inversión privada no hay crecimiento, la inversión estatal en cualquier ámbito es de suma cero, se mantiene con impuestos que toda la sociedad paga, no tiene riesgo empresario ni competencia por lo tanto se pierde el concepto de eficiencia; las tarifas políticas cierran el círculo. El déficit de la empresa estatal se cubre con nuevos impuestos o emisión monetaria, en el primer caso detrayendo recursos a la inversión privada y en el segundo generando inflación, el más injusto de los impuestos.